Una pequeña bodega familiar en el sur de Brasil, que esconde uno de los mejores vinos espumosos del país, atesora hasta ahora en secreto una máquina que promete acabar con el uso de los pesticidas en la Agricultura.
La familia Geisse, de origen chileno, abrió esta semana las puertas de su bodega Amadeu a un grupo de periodistas para enseñar sus excelentes y exclusivos caldos y para mostrar por primera vez al mundo un invento que podría suponer el fin de los productos tóxicos en los cultivos.
El Termo Pest Control (TPC), creado y patentado internacionalmente por el chileno Florencio Lazo, es un ingenio que esteriliza las plantas disparando un chorro de aire caliente a 150 grados centígrados y con una presión equivalente a 100 kilómetros por hora.
El TPC está equipado con una caldera y dos inyectores de gas que funcionan como turbinas que expulsan sendas láminas de viento, eliminando insectos y hongos, aunque sin agredir a las plantas."Hasta yo aguanto el chorro de la máquina. Da una sensación de escalofrío", afirmó Mario Geisse, propietario de la bodega y que la ha probado en exclusividad en sus viñedos en la Sierra Gaúcha, principal región productora de vinos de Brasil, ubicada en el sureño estado de Río Grande do Sul.
El secreto para que la máquina no queme la planta es que se mueva a una velocidad de cinco kilómetros por hora, para lo que debe ser arrastrada por un tractor.El choque de calor seco, aplicado dos veces por semana, deshidrata las larvas de los insectos, impide la multiplicación de microorganismos y activa el organismo de la planta, "como si fuese un viagra vegetal"."La diferencia con el viagra es que todo el mundo va a querer decir que usa esta máquina", bromeó Geisse.
El intenso calor hace que la planta se sienta agredida y que aumente sus defensas naturales.Un buen ejemplo es que la cáscara del fruto se hace más gruesa, por lo que queda mejor protegida de los hongos. Además, aumenta la concentración de ácido jasmónico, un compuesto químico que combate el ataque de bacterias patógenas en muchos organismos vegetales.
En el caso de la uva, tiene otros efectos positivos, como que elimina la piracina, una sustancia que le imprime ciertos tonos verdes y amargos al vino y que no es muy apreciada por los enólogos.
Varias universidades en California (EEUU), España y Nueva Zelanda están estudiando otros posibles efectos positivos de la máquina, que nació por casualidad."Lazo pretendía fabricar una máquina para combatir las heladas y, cuando la usó por primera vez, el agricultor que se la había encargado descubrió que ayudaba a madurar la semilla y la fruta, así que se puso a investigar el porqué. Todavía estamos indagando para qué más puede servir", señaló.
La bodega Amadeu ha probado el invento en dos vendimias consecutivas en una parcela de cinco hectáreas, aunque pretende extenderlo en un futuro a las 22 hectáreas que posee en la Sierra Gaúcha.La máquina ha sido un "completo éxito", ya que en esta región, con altos niveles de humedad, si no se usan pesticidas, "no quedan ni los palos de las plantas", explicó Diego Geisse, hijo del bodeguero y uno de los asociados al inventor del TPC.
Matizó que la gran ventaja del invento será que permitirá a los agricultores criar productos libres de pesticidas, aunque no traerá ganancia económica, puesto que es caro."En el café o en los tomates, en los que sólo comes productos tóxicos, será extraordinario", agregó.
Otra ventaja será el ahorro de agua en la fumigación, del orden de 15.000 litros por hectárea, según cálculos de los bodegueros.No obstante, el invento ha traído "graves" efectos colaterales, reconoció Mario Geisse, como el regreso de las bandadas de pájaros que atacaron y comieron gran cantidad de uva en la zona que no había sido fumigada con pesticidas."No sé cómo lo descubrieron. Fue una invasión infernal, como en la película 'Los Pájaros'", comentó recordando la obra maestra de Alfred Hitchcock.
Geisse, que está decidido a persistir con el uso del TPC, aseguró que va a tomar medidas más drásticas como comprar aviones teledirigidos por control remoto y más espantapájaros para ahuyentar a los indeseables animales.
Fuente: E FE
La familia Geisse, de origen chileno, abrió esta semana las puertas de su bodega Amadeu a un grupo de periodistas para enseñar sus excelentes y exclusivos caldos y para mostrar por primera vez al mundo un invento que podría suponer el fin de los productos tóxicos en los cultivos.
El Termo Pest Control (TPC), creado y patentado internacionalmente por el chileno Florencio Lazo, es un ingenio que esteriliza las plantas disparando un chorro de aire caliente a 150 grados centígrados y con una presión equivalente a 100 kilómetros por hora.
El TPC está equipado con una caldera y dos inyectores de gas que funcionan como turbinas que expulsan sendas láminas de viento, eliminando insectos y hongos, aunque sin agredir a las plantas."Hasta yo aguanto el chorro de la máquina. Da una sensación de escalofrío", afirmó Mario Geisse, propietario de la bodega y que la ha probado en exclusividad en sus viñedos en la Sierra Gaúcha, principal región productora de vinos de Brasil, ubicada en el sureño estado de Río Grande do Sul.
El secreto para que la máquina no queme la planta es que se mueva a una velocidad de cinco kilómetros por hora, para lo que debe ser arrastrada por un tractor.El choque de calor seco, aplicado dos veces por semana, deshidrata las larvas de los insectos, impide la multiplicación de microorganismos y activa el organismo de la planta, "como si fuese un viagra vegetal"."La diferencia con el viagra es que todo el mundo va a querer decir que usa esta máquina", bromeó Geisse.
El intenso calor hace que la planta se sienta agredida y que aumente sus defensas naturales.Un buen ejemplo es que la cáscara del fruto se hace más gruesa, por lo que queda mejor protegida de los hongos. Además, aumenta la concentración de ácido jasmónico, un compuesto químico que combate el ataque de bacterias patógenas en muchos organismos vegetales.
En el caso de la uva, tiene otros efectos positivos, como que elimina la piracina, una sustancia que le imprime ciertos tonos verdes y amargos al vino y que no es muy apreciada por los enólogos.
Varias universidades en California (EEUU), España y Nueva Zelanda están estudiando otros posibles efectos positivos de la máquina, que nació por casualidad."Lazo pretendía fabricar una máquina para combatir las heladas y, cuando la usó por primera vez, el agricultor que se la había encargado descubrió que ayudaba a madurar la semilla y la fruta, así que se puso a investigar el porqué. Todavía estamos indagando para qué más puede servir", señaló.
La bodega Amadeu ha probado el invento en dos vendimias consecutivas en una parcela de cinco hectáreas, aunque pretende extenderlo en un futuro a las 22 hectáreas que posee en la Sierra Gaúcha.La máquina ha sido un "completo éxito", ya que en esta región, con altos niveles de humedad, si no se usan pesticidas, "no quedan ni los palos de las plantas", explicó Diego Geisse, hijo del bodeguero y uno de los asociados al inventor del TPC.
Matizó que la gran ventaja del invento será que permitirá a los agricultores criar productos libres de pesticidas, aunque no traerá ganancia económica, puesto que es caro."En el café o en los tomates, en los que sólo comes productos tóxicos, será extraordinario", agregó.
Otra ventaja será el ahorro de agua en la fumigación, del orden de 15.000 litros por hectárea, según cálculos de los bodegueros.No obstante, el invento ha traído "graves" efectos colaterales, reconoció Mario Geisse, como el regreso de las bandadas de pájaros que atacaron y comieron gran cantidad de uva en la zona que no había sido fumigada con pesticidas."No sé cómo lo descubrieron. Fue una invasión infernal, como en la película 'Los Pájaros'", comentó recordando la obra maestra de Alfred Hitchcock.
Geisse, que está decidido a persistir con el uso del TPC, aseguró que va a tomar medidas más drásticas como comprar aviones teledirigidos por control remoto y más espantapájaros para ahuyentar a los indeseables animales.
Fuente: E FE
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