miércoles, 12 de noviembre de 2008

D.O.C. setubal


La Denominación de Origen Setúbal creada en 1907, es una de las más antiguas y destacadas regiones vinícolas portuguesas. Es la denominación más importante dentro de la extensa área vinícola de Terras do Sado. Esta última se extiende en torno al puerto pesquero de Setúbal, en la península que conforman las desembocaduras de los ríos Tajo y Sado, frente a la ciudad de Lisboa y llega hacia el sur más allá de la ciudad de Sines. El clima templado de tipo marítimo es ideal para la viticultura. La región abarca el municipio de Setúbal y parte de los de Sesimbra y Palmela. El área demarcada contempla y regula únicamente la elaboración de vinos dulces generosos, básicamente a partir de dos variedades de moscatel: Moscatel romano de Alejandría (para blancos) y, en menor medida, moscatel roxo (para tintos). Se pueden distinguir dos zonas de producción: las montañas de Arrabida (con predominio de suelos arcilloso-calcáreos) y la planicie adyacente, que recibe vientos cálidos procedentes del sur. Entre los más importantes viticultores cabe destacar los siguientes: Emídio de Oliveira e Filhos, Ltda. Francisco Rodrigues Antunes, Quinta de S. Francisco, José Maria da Fonseca (cuyas antiguas Caves de Azeitão bien merecen una visita) y Venâncio da Costa Lima, Succs., Ltda.Los vinos generosos de Setúbal cuentan con una larga y distinguida historia. Las variedades de la casta moscatel fueron introducidas en primer lugar por los fenicios, hace ya más de dos mil años. Romanos, árabes y visigodos continuaron mejorando la viticultura, y ya en el temprano año de 1381 Portugal exportaba vinos de Setúbal a Inglaterra, convirtiéndose en uno de los preferidos del monarca británico Ricardo II. Los reyes portugueses siempre mencionaban el singular vino de esta región en los documentos que emitían sobre la zona, que servían como regulación y protección de la economía local. Su importancia queda reflejada por las constantes cifras de exportación que se han alcanzado a lo largo de la historia. Destacan, sobre todas, las cantidades exportadas durante el siglo XV, que junto con la famosa sal de Setúbal, formaban la base de las exportaciones locales. En 1675, Inglaterra llegó a importar más de 350 barriles de Moscatel de Setúbal. Habiendo sido afectada, como muchas otras zonas elaboradoras de vinos generosos, por los cambios en las preferencias de los consumidores durante los primeros tres cuartos del siglo XX, actualmente ha retornado a la cúspide de los vinos de alta calidad, lo que unido a las limitadas producciones convierten cada botella en una joya.La variedad Moscatel romano es, de lejos, la reina entre las cultivadas en Setúbal. Creciendo en un entorno particularmente pacífico, produce un néctar de dulzura y buqué únicos. El moscatel roxo, exclusivo de la región y que representa una verdadera rareza, da lugar a vinos muy escasos, más secos y complejos que aquellos elaborados a partir de la casta blanca, moscatel de Alejandría. Las regulaciones locales permiten el empleo de otras variedades diferentes a los moscateles (por ejemplo, tamarez, arinto, joão pires, malvasía o boais) utilizadas como complemento con el objetivo de aumentar los niveles naturales de acidez. Una prolongada maceración con los hollejos de moscatel y el subsiguiente encabezado contribuyen a constituir el aroma penetrante y el carácter concentrado de los moscateles de Setúbal. Sin embargo, para utilizar la tradicional denominación 'Moscatel de Setúball' o 'Moscatel Roxo' en la etiqueta, los vinos necesitan, por ley, contar con un mínimo de un 85% de alguna de las dos variedades de moscatel mencionadas.Si la diferenciación básica de los vinos de Setúbal se establece dependiendo de la variedad de moscatel utilizada (blanca o tinta), existe una ulterior clasificación atendiendo a la crianza en roble: en primer lugar se sitúan los vinos con crianza entre 5 y 10 años, los segundos cuentan con 20 años y, los más exclusivos, permanecen 50 años envejeciendo y portan la especialísima mención en etiqueta de 'Setúbal Apoteca'. Los vinos normalmente cuentan con un 9 ó 10 por ciento de azúcar residual, permanecen en contacto con los hollejos durante varios meses tras la fermentación y son encabezados con brandy hasta alcanzar los 18º, aunque el grado mínimo alcohólico permitido por el Consejo sea de 16,5º. Los vinos más jóvenes (embotellados tras permanecer aproximadamente 5 años en madera) presentan un color anaranjado con irisaciones ocres y un carácter especiado con notas melosas a moscatel. Con 20 años o más de paso por madera ganan en color, profundidad e intensidad, prevaleciendo característicos aromas a naranja, almendras y flores silvestres.

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