Con nombre y apellido: nuestro 'top 3' La región produce mucho, y mediocre. Ocurre en (casi) todas partes... Pero siempre hay buenos productores, de los que les intentaremos hablar. Tradicionalmente tres bodegas habían acaparado la atención mediática, como productores de calidad. Tres bodegas venerables (y bastante grandes):
Bürklin-Wolf, Basserman-Jordan y Von Buhl. Las etiquetas de este último son tan recargadas que nos recuerdan a aquellos libros "El ojo mágico", con los que había que ponerse bizco para ver las imágenes que contenían en tres dimensiones. Sin embargo los tiempos han cambiado, y como en muchas zonas, los 'venerables' no tienen porqué coincidir con los 'top'. Por lo que hemos podido probar, nuestro 'top' 3 particular está compuesto por A. Christmann (en Mittelhaardt), Ökonomierat-Rebholz (que todo el mundo conoce simplemente como Rebholzen, en el sur), Georg Mosbacher (en Forst, pleno corazón del Mittelhaardt).
Un trío de jóvenes dirigiendo bodegas de larga tradición. El Kastanienbusch del que les hablábamos al principio es de Rebholz. Es un vino graso, limpio, elegante, con las características notas de pomelo, lima y otros cítricos de la riesling, pero también con recuerdos de frutas rojas (grosellas), poco comunes en los vinos blancos. Y eso en un vino de los de 12,5%. ¿Se acuerdan todavía de cuando el vino solía tener 12,5% de alcohol? De Christmann nuestro vino favorito es Idig (Königsbach), y de Mosbacher el Ungeheuer de Forst. Müller-Catoir es uno de los mitos dentro del mundo del vino alemán.
Sus vinos, con la bonita etiqueta –que para Alemania no es poco- que presenta el escudo de armas de la familia, son muy difíciles de encontrar, ya que la mayoría de la producción se vende directamente a una leal clientela privada. No tienen viñedos en los pagos más famosos, ni siquiera sus vinos más aclamados son necesariamente rieslings (tienen mucha fama sus rieslaners y scheurebe), aunque a nosotros sean precisamente los rieslings los que más nos emocionan.
No se pierdan su Haardter Bürgergarten Riesling Spätlese de 2001 si son capaces de encontrar una botella… Hans-Günther Schwarz ha sido el personaje más influyente en el vino de Pfalz. Durante ¡42 años! a cargo de los vinos de Müller-Catoir, además de dirigir e inspirar a toda una generación de jóvenes productores, no sólo de Palatinado, sino de toda Alemania. Se retiró tras vinificar la cosecha del 2001. La bodega era prácticamente él. Ahora tienen que volver a nacer, volver a encontrarse, volver a conocerse…
Tras una accidentada transición con los 2002 ya dicen que en 2003 han vuelto a nacer, y de nuevo en la cabeza de la jerarquía de los vinos alemanes. Habrá que ver... Los vinos de J.L. Wolf, la nueva 'joint-venture' de Ernie Loosen, por lo que hemos catado, todavía no nos han impresionado como para colocarlos en la élite, pero conociendo la trayectoria de Loosen estamos convencidos que es solo una cuestión de tiempo... Habrá que seguirles la pista en el futuro.
Otros nombres conocidos de la zona son Köhler-Ruprecht, Josef Biffar, Darting (¿no se llamaba antes Kurt Darting?), y nos hablan bien de un pequeño productor, Acham-Magin.
La mejor añada de la última década fue probablemente la de 1998 (y anteriormente 1990), y la más problemática –como en la mayoría del país- la del 2000.
Es una zona en la que hay menos diferencias entre añadas, más regular, es una zona menos extrema, y especialmente con el calentamiento global, el resto de los años, desde principio de los 90 hasta la fecha son bastante buenos. 2001 y 2002 han sido también muy buenas, y todo el mundo comienza a hablar de 2003 como la añada del siglo o del milenio. Aparentemente la producción ha sido bastante baja, al contrario que la calidad. Nosotros apenas hemos tenido oportunidad de probar media docena de vinos, así que todavía no les podemos asegurar si lo que se dice es verdad o la exaltación típica de la añada por vender...
Schneider, nueva estrella Gracias a Dirk Niepoort hemos podido conocer (entre otras muchísimas cosas) a una de las futuras estrellas de la región, Markus Schneider de la Weingut Schneider. De momento venden el 100% de su producción en el mercado local, en el que ya se han hecho un nombre de cierta reputación, aunque nos imaginamos que esa situación no tardará en cambiar en cuanto sus vinos empiecen a darse a conocer en otros países.
La región sufre el mal más común en la viticultura mundial, que es el de las altas producciones. Markus trabaja mucho la viña, y controla con cuidado sus rendimientos, obteniendo unos vinos intensos pero muy equilibrados, muy limpios y puros, largos y deliciosos de beber, con una buena acidez contrarrestada por una cantidad mínima de azúcar (entre 3 y 5 gramos más o menos). Están situados en el pueblo de Ellerstadt, en la zona central pero un poco alejada de los viñedos de prestigio. "El problema es que tenemos poco riesling, tenemos también pinot gris, chardonnay e incluso tinto...", nos confiesa Markus mientras Dirk no para de traer viejas botellas de riesling, 1969, 1964, 1959, 1947... Markus, a sus 27 años, empieza a ser ya una de las estrellas de la denominación. ¿El secreto? Nada desconocido, viñas viejas y sobre todo control de los rendimientos, vendimia a mano y en la bodega aplica métodos tradicionales sin ningún abuso tecnológico.
Nacido en una familia de viticultores con una tradición de más de 250 años en Ellerstadt, y tras su educación rematada con un 'stage' en los vecinos Bürklin-Wolf, la primera añada de producción propia fue la de 1993 en una bodega que tras 50 años de abandono fue comprada y remodelada por su padre, Klaus, a principios de los 90. En la actualidad tienen 28 hectáreas que les permiten producir unas 200.000 botellas anualmente que, de momento, venden íntegramente en Alemania.
La mitad de la producción es de vinos tintos, y dentro de los blancos no todo es riesling, tienen también pinot gris (bastante popular en la zona), e incluso chardonnay. Hemos tenido oportunidad de probar tres magníficos rieslings, vinos concentrados e intensos, sabrosos, minerales, puros, muy enfocados.
Kirchenstück, de una de las viñas más antiguas del Palatinado, conocida desde hace más de 1.000 años. Kalkmergel es el nombre del 'terroir', del suelo –calcáreo- y Terrassen, de una viña plantada en 1931.
Produce además otros dos vinos de suelos diferentes y que llevan el nombre de estos, 'Buntsandstein' (arenisca) y 'Basalt' (este seguro que lo entienden sin traducción...), indicación clara del interés de Markus por el 'terroir'.
Además se ha aliado con otros dos jóvenes productores, Karsten Peter de Castel Peter y Thomas Hensel de la Weingut Hensel, ambos de Palatinado, y ambos de la ciudad de Bad Dürkheim, y entre los tres elaboran vinos en común –tintos y blancos con barrica- hacen promoción, experimentan, y se permiten algunas excentricidades como elaborar un 'vintage Port' que llaman 'Sex Machine' (no sabemos si se lo intentarán vender a James Brown...) o un 'beerenauslese' de chardonnay fermentado en madera nueva.
Dr. Bürklin-Wolf
Dr. Bürklin-Wolf
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