El valle del Nahe ha brillado de forma especial en 2003, y de forma particular los vinos de Helmut Dönnhoff. Sin duda la 'colección' del año, y según el propio Dönnhoff, "posiblemente la mejor añada para mí de todos los tiempos". Desde un increíble Hermannshöhle seco en una pesada botella -"el mejor vino seco que haya hecho jamás", según sus propias palabras-, a los spätlese y auslese tanto de Hermannshöhle y Brücke, florales, puros, delineados, largos, precisos...
Este año como novedad hay disponibles algunos vinos de otro de sus pagos, Felsenberg de Schlossböckelheim. Porque Dönnhoff tiene bastantes más vinos que los disponibles en España, pero comercialmente sería una locura traer toda su gama, aunque a algunos de nosotros no nos importaría lo más mínimo...
Novedad en la 'escudería' este año: Emrich-Schönleber, el líder junto a Dönnhoff del Nahe. Sus vinos nos parecieron algo más austeros que los de su vecino, aunque nos gustaron también muchísimo. Digamos que los estilos son diferentes y punto. Al contrario que en Dönnhoff, donde los 2003 nos han gustado más que los 2002, en el caso de Schönleber los 2002 son soberbios, y los 2003 son muy buenos.
La mejor viña aquí es Halenberg, en Monzingen, que produce desde secos a spätlese, auslese, BA y eiswein. Les recomendamos encarecidamente el Auslese de 2002. Aunque la versión 'goldkapsel' de este mismo pago, año y 'prädikat' sea uno de los mejores vinos de toda la añada, la diferencia de precio es notable.
Si los dos anteriores productores de Nahe son tranquilos, de voz suave y pausada, la familia Diel es todo lo contrario. Si el patriarca actual, Armin, es un vendedor nato, su joven hijo Victor ha heredado la misma vena paterna.
Según nos contó está estudiando Derecho, y su trabajo en la bodega es algo intermitente y en cierta forma de recreo, aunque su tarjeta asegura que es director de exportación para Asia. Quien sí se dedica de lleno a la producción de los vinos, atendiendo a lo que el propio Victor nos contaba, es su hermana.
Los vinos están bien, pero no llegan a la altura de Dönnhoff o Schönleber. Nos gustó más su seco de Burgberg que el de Goldloch. La gama con madera no es para nosotros.
Tras catar todos los secos y prácticamente todos los spätlese y auslese, estábamos agotados. Es difícil en esas condiciones probar otra veintena de vinos de altísima concentración de azúcar por botrytis. Además este tipo de vinos nos gustan menos cuando son demasiado jóvenes. Encontramos que la botrytis suele domina su carácter, anulando en gran parte su personalidad, que normalmente vuelve a emerger con años en botella. De estos ultra-dulces, un año más, brilló el eiswein de Dönnhoff, aunque la atención se la llevó una botella de TBA de 1900 de Basserman-Jordan, algo en declive, sobre todo si lo comparamos con el soberbio TBA de 1921 que trajeron ellos mismos el año anterior. Si no hay nada como malcriar a los clientes...
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fuente: elmundovino
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