El bodeguero peruano Carlos Rubini todavía recuerda cómo los soldados entraron en el viñedo Ocucaje un día en 1972, apuntaron a su padre a la cabeza y le dijeron que esas tierras ya no pertenecían a su familia. La drástica reforma agraria de la dictadura militar de los años 70 en Perú casi destruyó la antigua industria vitivinícola -introducida en este país por los conquistadores españoles- al entregar la administración de las tierras a los campesinos, que no supieron manejarla. Hoy, después de una ola de nuevas inversiones, un grupo de familias de reconocida tradición en la producción vitivinícola está resucitando este sector aprovechando el creciente interés por el vino en el mundo.
Viñedos y bodegas peruanos como Tacama, Tabernero, Santiago Queirolo y Ocucaje esperan hacerse de un lugar en el nuevo mercado mundial como productores de vino de alta calidad.
"Hemos visto que una revolución en la industria del vino en Perú y las nuevas inversiones la han resucitado y modernizado completamente", dice Rubini, propietario de Viña Ocucaje, de 106 años de antigüedad, que era la mayor finca vitícola del país cuando fue expropiado. En los 90, tras el fin de la dictadura y la crisis económica de los 80, los productores volvieron a adquirir sus tierras. Contratando a expertos internacionales, lograron mejorar los viñedos y modernizar la obsoleta tecnología, que no se actualizaba desde 1940.
"Practicamente hemos empezado de cero, pero eso permite que tengamos una industria del vino de calidad y de exportación", dice Pedro Olaechea, director general de Viña Tacama, de unas 160 hectáreas, unas 1.000 menos de lo que tenía antes de la reforma agraria. Tacama es uno de los viñedos que mejores ventas tiene en Perú y quizá el más conocido en el exterior y se ha enfocado en producir en pequeñas cantidades vinos de alta calidad.
La industria vitivinícola peruana todavía es pequeña pero los productores esperan convertirse en una alternativa a los reconocidos vinos de sus vecinos Argentina y Chile, especialmente para Estados Unidos.
Sin embargo, la mezcla de algunos tipos de uvas pueden sorprender a algunos con gustos más conservadores. El vino Gran Blanco de Tacama, calificado por el reconocido crítico Hugh Johnson como uno de los mejores de Perú, es un ensamblaje de las castas chenin blanc, sémillon, sauvignon blanc y ugni blanc, y no un vino varietal al uso.
"Estamos tratando de elaborar un vino de diferente carácter. No queremos repetir la misma fórmula y producir otro chardonnay más", dice Olaechea.
Hasta ahora, Tacama, que se encuentra en un valle costero al sur de Lima, parece estar por buen camino. El año pasado vendió un 10% más vino que en el 2002, según Olaechea. La bodega está dedicada ahora a colocar su producto en los estados de Connecticut, Nueva Jersey y Nueva York, donde hay demanda de vinos de mejor calidad criados en barriles de roble.
Viña Tabernero, una de las más ambiciosas bodegas productoras de vino de Perú, también ha visto crecer sus exportaciones en un 20% desde el 2002 e incluso se anuncia en la televisión local.
"Creemos que nuestros precios nos dan una ventaja", dice el director de Tabernero, Francisco Rotondo. "Podemos producir un vino peruano por 10 dólares la botella tan bueno como el vino argentino que vale 22 dólares".
El viñedo de Tabernero tiene una extensión de 230 hectáreas y se dedica a elaborar vinos de borgoña semisecos que estñan ganando popularidad en Estados Unidos. No, no son imitaciones de Borgoña: la uva borgoña es una especialidad peruana con sabor parecido a la fresa que cae bien a la gente que está empezando a beber el vino, dijo el gerente de exportación Patrick Gubbins.
Ocucaje, que importa actualmente uvas de Chile y Argentina para hacer su vino, esta volviendo a sembrar cepas. Rubini ha invertido en tanques de acero inoxidable y un nuevo laboratorio automatizado, apuntando a la calidad.
Perú ya es conocido como productor de pisco, la bebida nacional, un aguardiente de uva quebranta que ha sido utilizado para elaborar cócteles y bebidas calientes desde el siglo XVII. La tradición del pisco ha creado una industria de unos 800 pequeños productores que también elaboran vino y brandy a lo largo de la costa, aunque muchos todavía están utilizando métodos del siglo XVII, tales como prensas de madera, y fermentando sus uvas en luna llena.
La financiación aportada por los gobiernos de Perú y España apunta a mejorar la producción del vino y del pisco ayudando a los pequeños productores. Pero los expertos dicen que es improbable que Perú pueda competir con Chile, que vende al exterior unos 670 millones de dólares al año, por la poca variedad que tiene. Las ventas totales del vino de Perú suman unos 20 millones de dólares actualmente.
"La diferencia es que Chile tiene 200 buenos vinos. Perú tiene apenas tres o cuatro", dice la crítica de vino Cristina Vallarino quien compra vinos para la principal cadena peruana de supermercados, E. Wong.
Incluso en términos de calidad, la destrucción causada por la reforma agraria todavía influye en la industria de vinos.
"Podríamos hacer un vino muy bueno en Perú, pero necesitamos tiempo. El vino de primera necesita de cepas plantadas hace 60 años y perdimos mucho tiempo debido a los militares", dice Rubini.
No hay comentarios:
Publicar un comentario