Vino muy original que proviene de suelos arenosos que reposan sobre arcilla. Situada a 65 kilómetros de Lisboa. Es la única región europea con viñas no injertadas. La filoxera no atacó estas viñas gracias a la arena que las protege.
Son vinos de una sola variedad: la Ramisco que suele envejecer unos dieciocho meses en madera.
La D.O.C. Colares es una pequeña región vinícola que se encuentra situada en la zona sureste de Portugal, pocos kilómetros al norte de Lisboa. Sus límites naturales son, al este, el océano Atlántico y, al oeste, la Serra de Sintra. Ubicada dentro del concejo de Sintra, comprende los municipios de Colares, São Martinho y São João das Lampas. Por su propia naturaleza geológica, la región de Colares se encuentra dividida en dos sub-regiones: 'chão de areia' (región de las dunas) y 'chão rijo' (con suelos calcáreos de color pardo). El carácter único de sus vinos se debe a las castas empleadas para su elaboración, a su clima templado y húmedo (influenciado por el Atlántico, pero protegidas las viñas de sus fuertes vientos) y a su especial suelo. Precisamente es éste último factor uno de los más peculiares de la denominación. En la sub-región de las dunas el suelo está compuesto por arena hasta una profundidad que puede alcanzar los 10 metros. Esta capa arenosa se asienta sobre un suelo arcilloso-calcáreo, hasta el que tienen que llegar las raíces de las viñas en busca de los nutrientes necesarios. Estas circunstancias tan desfavorables para su desarrollo fueron el principal aliado cuando, a finales del siglo anterior, la filoxera arrasó los viñedos en toda Europa. Los pequeños insectos que asolaron los campos se vieron frenados ante tan hostil medio, no pudiendo acceder a las plantas ni reproducirse. De este modo, en esta diminuta denominación portuguesa perduran hoy en día viejas cepas de pie franco. Pero, irónicamente, las condiciones que resguardaron estos viñedos hace más de cien años se convierten ahora en uno de sus mayores enemigos. Actualmente, cuando se plantan nuevas cepas es necesario excavar hasta una profundidad considerable con el fin de asentar la planta sobre suelo firme y nutrido, tras lo cual la otrora protectora arena se vuelve asfixiante pudiendo impedir el desarrollo de la planta.El pueblo de Colares cuenta con una vasta historia, anterior incluso a la de la propia nación portuguesa, adornada con un gran número de leyendas. Cuenta una de ellas que estas tierras deben su nombre a los collares ('colares' en portugués) que una condesa alemana cambió por terrenos tras haber naufragado, en las costas de esta población, el barco en el que viajaba. Otra teoría sobre el origen del nombre, que cuenta con mayores visos de realidad, lo relaciona a las numerosas y diminutas playas de su municipio que, consideradas en su conjunto, insinúan la forma de un collar. En cualquier caso, las distintas teorías existentes no vienen sino a refrendar las múltiples dudas e interrogantes que continúan abiertos sobre el origen del nombre de esta población. Viñas y manzanos representaban las principales actividades agrícolas hacia el primer tercio del siglo XII, cuando las tropas cristianas 'liberaron' la región con el avance de la reconquista portuguesa (1139 es el año fechado de la reconquista de la cercana Lisboa). En el año 1255, el rey Alfonso III llevó a la región viñas de Borgoña y alentó fuertemente su implantación y desarrollo. Los viñedos quedaron ubicados entre el mar y las montañas de Sintra, en suaves colinas influenciadas por las corrientes atlánticas y mimadas por el sol. Siendo beneficiado por privilegios reales, el vino fue ganando en notoriedad con el paso de la historia hasta que, en 1908, se reconoció su carácter específico y se delimitaron las fronteras de su territorio.Ya en los años 30, el gobierno portugués obligó a todos los viticultores a entregar sus producciones a la cooperativa local, en la que se elaboraba el vino y se etiquetaba bajo la denominación de Colares. Esta medida se estableció con el objetivo de eliminar posibles fraudes. Pero el resultado obtenido fue bien distinto al esperado, ya que el único efecto que tuvo la legislación fue el de ahogar la iniciativa de viticultores particulares. Esta situación se extendió hasta 1990 cuando la Unión Europea presionó al gobierno portugués para que derogase este monopolio regional (en un proceso similar al acontecido poco antes en la DOC Dão). Aunque puede que esta rectificación haya llegado demasiado tarde. Pese a todo, un reducido grupo de bodegas (Jacinto Lopes Baeta -Viúva Gomes-, Tavares Rodrigues, Antonio Bernardino...etc.) intentan sacar a la región de la atonía en la que ha quedado inmersa.La uva tinta ramisco es la reina en la denominación de Colares. Para que un vino pueda lucir esta procedencia en su etiqueta debe estar elaborado con al menos un 80% de esta variedad. Dos son los tipos de tintos que se elaboran en Colares, correspondiéndose con las dos sub-regiones existentes. Los más caros y exclusivos provienen de uvas que crecen en la región de las dunas, teniendo un tratamiento marginal aquellos elaborados de uvas de 'chão rijo', ya que la mayoría de su producción se destina a la venta a granel para realizar mezclas varietales en otras zonas. Los primeros son muy aromáticos y presentan un color rojo rubí que va evolucionando hacia tonos más ocres conforme avanza su crianza. En boca los vinos son potentes, tánicos, concentrados y algo astringentes. La evolución se produce de forma lenta, por lo que estos vinos son especialmente indicados para su guarda, durante la cual se suaviza la astringencia y se estructuran sus componentes ofreciendo un resultado final de gran calidad. El Consejo Regulador de la DOC Colares permite la elaboración de un vino blanco a partir de la cepa malvasía. Éste es fresco, afrutado y muy aromático y, al igual que ocurre con el tinto, se desarrolla y evoluciona con los años. Aunque de calidad, la elaboración de blancos es claramente minoritaria en una denominación que apuesta firmemente por su idiosincrásica uva tinta ramisco como principal garantía de futuro. .
Son vinos de una sola variedad: la Ramisco que suele envejecer unos dieciocho meses en madera.
La D.O.C. Colares es una pequeña región vinícola que se encuentra situada en la zona sureste de Portugal, pocos kilómetros al norte de Lisboa. Sus límites naturales son, al este, el océano Atlántico y, al oeste, la Serra de Sintra. Ubicada dentro del concejo de Sintra, comprende los municipios de Colares, São Martinho y São João das Lampas. Por su propia naturaleza geológica, la región de Colares se encuentra dividida en dos sub-regiones: 'chão de areia' (región de las dunas) y 'chão rijo' (con suelos calcáreos de color pardo). El carácter único de sus vinos se debe a las castas empleadas para su elaboración, a su clima templado y húmedo (influenciado por el Atlántico, pero protegidas las viñas de sus fuertes vientos) y a su especial suelo. Precisamente es éste último factor uno de los más peculiares de la denominación. En la sub-región de las dunas el suelo está compuesto por arena hasta una profundidad que puede alcanzar los 10 metros. Esta capa arenosa se asienta sobre un suelo arcilloso-calcáreo, hasta el que tienen que llegar las raíces de las viñas en busca de los nutrientes necesarios. Estas circunstancias tan desfavorables para su desarrollo fueron el principal aliado cuando, a finales del siglo anterior, la filoxera arrasó los viñedos en toda Europa. Los pequeños insectos que asolaron los campos se vieron frenados ante tan hostil medio, no pudiendo acceder a las plantas ni reproducirse. De este modo, en esta diminuta denominación portuguesa perduran hoy en día viejas cepas de pie franco. Pero, irónicamente, las condiciones que resguardaron estos viñedos hace más de cien años se convierten ahora en uno de sus mayores enemigos. Actualmente, cuando se plantan nuevas cepas es necesario excavar hasta una profundidad considerable con el fin de asentar la planta sobre suelo firme y nutrido, tras lo cual la otrora protectora arena se vuelve asfixiante pudiendo impedir el desarrollo de la planta.El pueblo de Colares cuenta con una vasta historia, anterior incluso a la de la propia nación portuguesa, adornada con un gran número de leyendas. Cuenta una de ellas que estas tierras deben su nombre a los collares ('colares' en portugués) que una condesa alemana cambió por terrenos tras haber naufragado, en las costas de esta población, el barco en el que viajaba. Otra teoría sobre el origen del nombre, que cuenta con mayores visos de realidad, lo relaciona a las numerosas y diminutas playas de su municipio que, consideradas en su conjunto, insinúan la forma de un collar. En cualquier caso, las distintas teorías existentes no vienen sino a refrendar las múltiples dudas e interrogantes que continúan abiertos sobre el origen del nombre de esta población. Viñas y manzanos representaban las principales actividades agrícolas hacia el primer tercio del siglo XII, cuando las tropas cristianas 'liberaron' la región con el avance de la reconquista portuguesa (1139 es el año fechado de la reconquista de la cercana Lisboa). En el año 1255, el rey Alfonso III llevó a la región viñas de Borgoña y alentó fuertemente su implantación y desarrollo. Los viñedos quedaron ubicados entre el mar y las montañas de Sintra, en suaves colinas influenciadas por las corrientes atlánticas y mimadas por el sol. Siendo beneficiado por privilegios reales, el vino fue ganando en notoriedad con el paso de la historia hasta que, en 1908, se reconoció su carácter específico y se delimitaron las fronteras de su territorio.Ya en los años 30, el gobierno portugués obligó a todos los viticultores a entregar sus producciones a la cooperativa local, en la que se elaboraba el vino y se etiquetaba bajo la denominación de Colares. Esta medida se estableció con el objetivo de eliminar posibles fraudes. Pero el resultado obtenido fue bien distinto al esperado, ya que el único efecto que tuvo la legislación fue el de ahogar la iniciativa de viticultores particulares. Esta situación se extendió hasta 1990 cuando la Unión Europea presionó al gobierno portugués para que derogase este monopolio regional (en un proceso similar al acontecido poco antes en la DOC Dão). Aunque puede que esta rectificación haya llegado demasiado tarde. Pese a todo, un reducido grupo de bodegas (Jacinto Lopes Baeta -Viúva Gomes-, Tavares Rodrigues, Antonio Bernardino...etc.) intentan sacar a la región de la atonía en la que ha quedado inmersa.La uva tinta ramisco es la reina en la denominación de Colares. Para que un vino pueda lucir esta procedencia en su etiqueta debe estar elaborado con al menos un 80% de esta variedad. Dos son los tipos de tintos que se elaboran en Colares, correspondiéndose con las dos sub-regiones existentes. Los más caros y exclusivos provienen de uvas que crecen en la región de las dunas, teniendo un tratamiento marginal aquellos elaborados de uvas de 'chão rijo', ya que la mayoría de su producción se destina a la venta a granel para realizar mezclas varietales en otras zonas. Los primeros son muy aromáticos y presentan un color rojo rubí que va evolucionando hacia tonos más ocres conforme avanza su crianza. En boca los vinos son potentes, tánicos, concentrados y algo astringentes. La evolución se produce de forma lenta, por lo que estos vinos son especialmente indicados para su guarda, durante la cual se suaviza la astringencia y se estructuran sus componentes ofreciendo un resultado final de gran calidad. El Consejo Regulador de la DOC Colares permite la elaboración de un vino blanco a partir de la cepa malvasía. Éste es fresco, afrutado y muy aromático y, al igual que ocurre con el tinto, se desarrolla y evoluciona con los años. Aunque de calidad, la elaboración de blancos es claramente minoritaria en una denominación que apuesta firmemente por su idiosincrásica uva tinta ramisco como principal garantía de futuro. .
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