El verdadero vino de hielo (Eiswein) proviene de uvas congeladas de manera natural que se han mantenido en la vid, expuestas a los elementos, hasta que la temperatura baja suficientemente (como mínimo hasta -8 ºC, preferiblemente -12 ºC o incluso hasta -16 ºC). Entonces, la uva se recoge y se transforma en vino dulce.
Triunfar con la producción de vinos dulces supone para los productores un gran número de retos poco habituales en la producción de secos. En el primer caso, se encuentran a merced de los elementos, con las incertidumbres del patrón climático del otoño determinando el producto final en la copa. La producción de vino de hielo es un proceso extremadamente delicado, que requiere grados considerables de paciencia y nervios de acero, porque algo puede fallar entre el final de la vendimia y la recolección de la uva helada.
La uva sobremadurada, especialmente si ha sido afectada por Botrytis, no produce un buen vino de hielo. Las vides deben estar sanas para que la uva se mantenga durante semanas, esperando la primera helada fuerte de la temporada. Una escarcha realmente dura acostumbra a ser lo más adecuado ya que entonces los granos se transforman en hollejos congelados. En Alemania, la cosecha del vino de hielo tradicionalmente se realiza a oscuras, en las frías madrugadas de invierno cuando la temperatura ronda los -12 ºC.
Dado que los componentes sápidos y aromáticos no se diluyen con el contenido de agua de los granos de uva, el vino produce una explosión de sabores en boca con una sorprendente concentración de dulzor y acidez. Con una acidez elevada, son vinos que envejecen bien y se benefician de un tiempo de reposo en la botella, especialmente aquellos elaborados a partir de la variedad riesling. También son vinos agradables en su juventud y, por tanto, su cata depende en buena medida de las preferencias personales.
La mayoría de vinos de hielo alemanes son extremadamente caros. Su precio es justificable por el riesgo y la laboriosidad de su elaboración, y por el bajo rendimiento de la cosecha, normalmente un 10 % del habitual.
Triunfar con la producción de vinos dulces supone para los productores un gran número de retos poco habituales en la producción de secos. En el primer caso, se encuentran a merced de los elementos, con las incertidumbres del patrón climático del otoño determinando el producto final en la copa. La producción de vino de hielo es un proceso extremadamente delicado, que requiere grados considerables de paciencia y nervios de acero, porque algo puede fallar entre el final de la vendimia y la recolección de la uva helada.
La uva sobremadurada, especialmente si ha sido afectada por Botrytis, no produce un buen vino de hielo. Las vides deben estar sanas para que la uva se mantenga durante semanas, esperando la primera helada fuerte de la temporada. Una escarcha realmente dura acostumbra a ser lo más adecuado ya que entonces los granos se transforman en hollejos congelados. En Alemania, la cosecha del vino de hielo tradicionalmente se realiza a oscuras, en las frías madrugadas de invierno cuando la temperatura ronda los -12 ºC.
Dado que los componentes sápidos y aromáticos no se diluyen con el contenido de agua de los granos de uva, el vino produce una explosión de sabores en boca con una sorprendente concentración de dulzor y acidez. Con una acidez elevada, son vinos que envejecen bien y se benefician de un tiempo de reposo en la botella, especialmente aquellos elaborados a partir de la variedad riesling. También son vinos agradables en su juventud y, por tanto, su cata depende en buena medida de las preferencias personales.
La mayoría de vinos de hielo alemanes son extremadamente caros. Su precio es justificable por el riesgo y la laboriosidad de su elaboración, y por el bajo rendimiento de la cosecha, normalmente un 10 % del habitual.
fuente:ACE revista de enologia
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