viernes, 31 de octubre de 2008

tecnologia al servicio del vino

Amaya Cervera, miércoles 29 de octubre de 2008 18:22:58
Cada vez va a ser más fácil saber qué hay dentro de una botella sin temor a equivocarse. Las últimas tecnologías pemiten detectar variedades, añadas y, por supuesto, falsificaciones, además de certificar que el vino no ha sido maltratado por el camino.
Una serie de inventos de los que hemos tenido noticia recientemente podrían hacer más felices a algunos elaboradores y también a ciertos consumidores que se preocupan de que lo que llega a su mesa es auténtico por los cuatro costados.
Cambios de temperatura. Les hablábamos hace unos meses de una especie de “chip” que, además de detectar posibles falsificaciones ofrecía información detallada sobre la temperatura a la que se sometía al vino durante su transporte. Pues bien, los elaboradores californianos han empezado a utilizar otro procedimiento que llevaba empleándose un par de años en la industria alimentaria de Estados Unidos. Se trata de una pequeña etiqueta sensible a la temperatura que aparece de color verde si el producto en cuestión se ha mantenido dentro de los parámetros deseables de conservación o transporte y amarilla si éste ha sometido a temperaturas muy altas o muy bajas. Lo interesante es que la etiqueta alberga información detallada que puede volcarse en un ordenador no sólo sobre la fluctuación de temperaturas sino sobre los momentos en que se han producido, lo que permitiría exigir responsabilidad por un vino en mal estado. El invento es de una empresa de Idaho llamada Park Sense y el coste de etiquetar una caja es 20 dólares, una minucia para quien adquiera botellas de precios elevados.
Detectar falsificaciones. El famoso affaire de las botellas que habrían pertenecido a Thomas Jefferson y que han puesto en entredicho el nombre del coleccionista Hardy Rodenstock y de especialistas cercanos como Michael Broadbent, que certificaron su autenticidad en su día, posiblemente marcará un antes y un después en el coleccionismo de vino. Por eso cada día surgen nuevos sistemas que intentan garantizar la seguridad en la compra de vinos clásicos. Un grupo de científicos franceses ha desarrollado una técnica que emplea métodos similares a los del mundo del arte. Se trata de un acelerador de partículas que mide la radiación emitida por una botella cuando es expuesta a un haz de iones y que permite establecer la edad de la botella y del vino. Para ser efectivo necesita corroborar los datos obtenidos con los de una base de datos de vinos y botellas auténticas que se está construyendo en este momento. Según informa Decanter, el proyecto has sido desarrollado por el centro bordelés de estudios nucleares Arcane, que ya ha firmado un contrato de colaboración exclusiva durante 10 años con el comerciante londinense especializado en añadas antiguas Antique Wine Company.
Lengua electrónica. Este proyecto es de factura hispana. Ha sido desarrollado por el Instituto de Microelectrónica de Barcelona en colaboración con investigadores alemanes y el INCAVI (Institut Català del Vi) y también servirá para identificar falsificaciones y mecanizar los procesos de control. En el fondo, se trata de un sensor microelectrónico con distintos sensores, cada uno especializado en detectar una propiedad química y que emiten una señal eléctrica que se envía a un ordenador que es el encargado de procesar de datos. De momento, permite distinguir tipos de uva y parece que también podría establecer la edad de un vino.

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